Fortalecido en la traición, el cuerpo
contempla un día la frustrada huella
de la felicidad, fuego engendrado
en cautelosa nieve, dónde solo
perviven ya rescoldos, momentaneos
delirios, rebeldías, simulacros
de desnuda agresión. Estéril
ya el olvido, toda la dicha cabe
en una lágrima, toda la culpa
en un recuerdo.
Así la carne yergue
su gastada mentira frente al rostro
fugaz de la verdad, emblema despiadado
de lo que no se puede poseer,
pasión que muere cuando está naciendo.
Caballero Bonald.
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